jueves, 18 de septiembre de 2008

SE VA, SE FUE...DIRECTO A LOS CORAZONES...!

Quien no ha sentido la tristeza en el fútbol,no sabe nada de la tristeza.Julio Ramón Ribeyro

Fantasías políticas y sociales en el fútbol peruano: la tragedia del Alianza Lima en 1987

Luego de la primera rueda del mundial de 1978, la revista Argentina El Gráfico calificó al mediocampo peruano, al mediocampo del Alianza Lima (César Cueto, Teófilo Cubillas, José Velásquez) como el mejor del mundo. Ese año, el equipo blanquiazul volvería a salir campeón nacional (también lo había sido el año anterior), pero luego vendría una mala racha que realmente pareció interminable: tuvieron que pasar dieciocho años para que el Alianza Lima volviera a conquistar un título de esa categoría y para que sus hinchas dejaran de sufrir.
A la mitad de ese período, específicamente en 1987, el equipo se encontraba totalmente renovado, con una generación de jóvenes estrellas —conocidos popularmente como los “potrillos”— que provenían de sus divisiones menores y que constituían una nueva esperanza del fútbol peruano. Sin embargo, cuando solo faltaban tres fechas para concluir el campeonato nacional y este Alianza se encontraba en el primer puesto de la tabla de posiciones, todos los aliancistas murieron ahogados en un trágico accidente frente al mar de Ventanilla a pocos minutos de aterrizar en la ciudad de Lima.
El último partido se había desarrollado el 8 de diciembre, en la selva peruana, contra el Deportivo Pucallpa, y Alianza había ganado 1-0. La tradición oral cuenta que los jugadores estuvieron “raros”, que ni siquiera celebraron el gol que los situó en el primer puesto de la tabla de posiciones. Luego del partido se cuenta que regresaron al hotel, se bañaron, recogieron sus pertenencias y sin perder tiempo se trasladaron al aeropuerto para regresar a Lima lo antes posible. En efecto, el club había alquilado un avión charter de la Marina de Guerra, el Fokker F-27 (matrícula A-560) que se encargaría de regresarlos a la capital ese mismo día. Dicho avión salió de Pucallpa a las 6:30 de la tarde, y tuvo su último contacto con la torre de control de Lima a las 8:05 de la noche. A las 8:15 p.m. fue declarado en emergencia y no se supo más de él.
Un problema con el tablero de mando en la cabina del avión parece haber sido la causa primera del accidente. Ese día la neblina en Lima era intensa y el avión comenzó su descenso. Asustado al no constatar el descenso del tren de aterrizaje, el piloto se conectó con la torre de control para que verificaran lo sucedido. Desde ahí los técnicos le aseguraron que no había ningún problema y que podía aterrizar. Se cree que el avión fue perdiendo altura y que, al intentar dar la vuelta para regresar al aeropuerto, el ala derecha chocó contra el mar. Este impacto fue fatal.
Curiosamente, esta tragedia solo tuvo un sobreviviente: el piloto y Teniente de la Marina Edilberto Villar. En ella murieron 43 personas: 16 futbolistas, 5 miembros del cuerpo técnico, 4 dirigentes, 8 barristas, 3 árbitros y 7 tripulantes. La estrella máxima era Luis Escobar, quien había debutado en el primer equipo a los 14 años (al momento del accidente tenía 18) y se había convertido en la sensación del torneo. Francisco Bustamante (21 años) y José Casanova (24 años) era jugadores que habían alcanzado mucho renombre y ya integraban la selección nacional. También destacaban el goleador Alfredo Tomasini (22 años), y los defensas Daniel Reyes (21 años) y Tomas Farfán (21 años). Marcos Calderón, el mejor entrenador peruano de todos los tiempos, murió en el accidente, como también José Gonzáles Ganoza (33 años), “Caico”, arquero mítico que llevaba 14 años como titular defendiendo la valla aliancista. Como hemos subrayado líneas arriba, el consenso general en la prensa deportiva era que este joven y talentoso plantel representaba la renovación del fútbol peruano, y la convicción que nuevos tiempos de victoria eran inminentes.
Todos los medios de comunicación mantuvieron en primera plana los pormenores de la tragedia permitiendo que el sentimiento de pesar permanezca vivo y renovado por varios días consecutivos. Al día siguiente, desde muy temprano, la radio y la televisión difundieron la infausta noticia. Una sensación de desconcierto y tristeza se respiró por todo el Perú. De manera espontánea, familiares, hinchas y amigos se dirigieron hacia las playas de Ventanilla o hacia el estadio del club en el distrito de La Victoria para conseguir mayores noticias y participar conjuntamente del dolor.
Los días siguientes, expresiones colectivas de sufrimiento se repiten conforme los cadáveres fueron apareciendo en el mar[1]. Multitudes participaron de dramáticas misas, asistieron a fervorosos partidos de homenaje y despidieron a sus ídolos en dolidos peregrinajes desde los barrios de origen de los jugadores hasta el estadio de Matute, y desde allí, hasta el Cementerio General. De más está decir que los fanáticos agotaron las ediciones especiales de la prensa, así como el conjunto de objetos de recuerdo que comenzaron a simbolizar a los muchachos caídos (fotos, camisetas, posters, etc. Según el decir popular, ellos se fueron de “La Victoria a la gloria”).
Las élites y las instituciones políticas se hicieron también presentes. El presidente de la República Alan García, el Cardenal Juan Landázuri Ricketts y varios ministros de Estado asistieron a las principales manifestaciones públicas de pesar, y la mayoría de ellos se declararon aliancistas desde niños. El Consejo Municipal de La Victoria declaró el embanderamiento general del distrito y tres días de duelo en honor a los muertos. Teófilo Cubillas, retirado del fútbol el año anterior, anunció que si Alianza lo necesitaba volvería a vestirse de corto y, en efecto, lo hizo tres semanas después cuando el campeonato nacional fue reanudado. Desde Londres, Bobby Charlton hizo pública su tristeza ante la noticia de la tragedia, rememorando el accidente aéreo sufrido por el club Manchester United, el 6 de febrero de 1958, que provocó la muerte de 8 jugadores, el entrenador, un dirigente y ocho periodistas. Asimismo, el Peñarol de Montevideo salió a jugar la final de la Copa Intercontinental, en Tokio, con crespones negros en señal de solidaridad con su contraparte peruana.
Hasta aquí el más breve recuento de los principales acontecimientos del accidente. Hay, sin embargo, un actor adicional en el que nos interesa ahondar con mayor profundidad y detenimiento: la Marina de Guerra del Perú. Como hemos anotado, la Marina era propietaria del avión que esa noche se precipitó al mar y que había sido alquilado por el club, como vuelo charter, para viajar a Pucallpa. Que un avión militar tuviera uso comercial es realmente algo controvertido que muestra no solo la debilidad económica de las instituciones militares sino, además, la desorganización del fútbol peruano: un Estado pobre cuyos aviones se caen y un club sin recursos que se apoya en la informalidad.
Por ello, desde el principio, la Marina se mantuvo hermética y sus comunicados sobre el accidente fueron parcos y bastante escuetos. Inclusive el día 9 de diciembre la prensa escrita registró tensos enfrentamientos entre los familiares de los deudos y centinelas encargados de la seguridad de la base naval a donde los primeros habían acudido en busca de noticias y mayor información. Hay testigos que afirmaron que con el objetivo de ahuyentarlos se produjeron algunos disparos al aire.
Lo cierto es que el hermetismo de la Marina fue notorio y se radicalizó aún más cuando prohibió que los familiares de los deudos participaran de la búsqueda de los cadáveres en el mar del accidente. Ante los rumores de que el jugador Alfredo Tomasini había mantenido un diálogo con el piloto mientras ambos luchaban por sobrevivir en el mar, los familiares de este quisieron alquilar una embarcación privada pero no les fue permitido hacerlo. La Marina prohibió el ingreso de toda embarcación civil, encargándose ella sola de las labores de búsqueda y rescate.
Como podrá suponerse, estos hechos despertaron muchas sospechas en el mundo popular, y ello activó la producción de un conjunto de historias destinadas a interpretar lo ocurrido desde una perspectiva no oficial. En este artículo queremos sostener que el conjunto de imágenes que se produjeron por aquellos días articuló una serie de imágenes relativas a la expresión de los hondos desencuentros culturales del Perú contemporáneo, y fue además una especie de denuncia sobre el comportamiento de las Fuerzas Armadas en el contexto de la “guerra sucia” que, en ese tiempo, azotaba cruelmente al país.
[1] Es necesario anotar que nunca aparecieron los cadáveres de Luis Escobar, Francisco Bustamante, Alfredo Tomasini, Gino Peña y William León.

No hubo a la fecha un equipo como el que perdimos aquella vez, solo quremos q vuelva reflejado en las nuevas generaciones y que su recuerdo sirba de lección de vida para todos los peruanos.

Queremos concluir con un último testimonio sobre toda esta problemática. Apareció hace unos días en la prensa peruana a propósito de los 16 años de la caída del avión. Su autora es María Carolina López, la madre de Carlos “Pacho” Bustamante, uno de los potrillos más destacados de aquel recordado equipo:

No, no, mi hijo no está muerto; por eso yo nunca le he hecho misa de difunto sino de salud. Acá no hubo mano de Dios sino mano del hombre; acá pasó algo raro. Sigo teniendo esperanza de volver a verlo. Él no ha podido morir ahogado, porque mi hijo era muy católico, iba siempre al oratorio de María Auxiliadora. ¿Dónde están? No sé, se lo han llevado a otro lugar, o no viajaron. Algo raro: una vez le dije a Jaime Bayly en TV —ya había pasado eso del barco de la Marina que encontraron con droga en San Diego—. Entonces yo le dije que la Marina estaba metida en droga. Ese avión traía droga y no cayó al mar, sino en la orilla. Además, qué casualidad que solo el piloto se salvó. Si tuviera al piloto frente a mí, lo trataría de cobarde: ¿Por qué nunca se entrevistó con las madres de los muchachos para decir qué pasó? Porque él sabe la verdad. Ahora yo puedo decir la verdad: ¡qué me va a pasar! Si ya estoy vieja y no tengo miedo a nada. Además, yo tenía otro hijo de la Marina, Mario de 32 anos, y a un año y medio de la tragedia, murió, de un momento a otro se le presentó la leucemia. Para mí que pensaban que estaba investigando. Para mí que hubo represalias contra él.
(Ojo 01/04/03)

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